Hace poco leí un artículo sobre el contemplar y sus beneficios. Explican que, pasar unos minutos observando espacios verdes, mejor si es en zonas rurales, ayuda a generar bienestar emocional y silencia el ruido mental.
En estos tiempos, que han sido de enormes responsabilidades, inicio de nuevos proyectos y mucho estrés, decidí comprobar qué tan cierto es eso de sentarse sin hacer nada más que disfrutar de hermosos paisajes.
Les comento que en realidad se disfruta mucho. Bueno, también tuve la suerte de haber escogido un lugar acogedor, con aves trinando, mariposas 'paseando' y hojas de los árboles danzando.
Tan bien me sentí, que incluso hubo un momento en el que me adormité cobijada por el sol; mientras que, el viento mecía la hamaca.
Realmente fue una experiencia maravillosa junto a los amigos de Chilcapamba, sector asentado a unos diez kilómetros del centro poblado de Lloa, pueblito famoso por que invita a compartir buenos momentos, mimar el paladar y construir nuevas historias, como las que les estoy contando.
Me relajé, respiré aire puro, por instantes me olvidé de todo, empecé a sentir lo valioso que es dejar en el pasado lo que ocurrió y vivir el presente, el ahora.
En fin, tuve una sensación de calma que hace mucho tiempo no sentía. ¡Me sentí tan bien!
Además, los anfitriones, me invitaron a participar en una terapia holística. ¡Tentadora invitación!
Ya les contaré cómo me fue... o mejor si me acompañan.
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