Hoy salí de casa con la intención de respirar aire puro y llenarme de energía.
También, caminar y disfrutar de una rica comida. No soy de los que come mucho, si de los que buscan nuevas golosinas.
Un viejo amigo, el periodista Robin Gallardo Calderón, me recomendó ir a Lloa, dijo que era un pueblito lleno de magia y gente amable. Donde, de seguro, comería rico y descansaría alejado del ruido de la urbe, que recorrería senderos seguros con cascadas, ríos, bosque centenarios y donde la gente es amable.
Con esa recomendación, tomé el auto, fui a ver a mi hijo y juntos nos dijimos al suroccidente de Quito, nos esperaba un día genial en las faldas del Guagua Pichincha.
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Mirador de Las Cascadas del Curiquingue. |
En Lloa hay más de 12 complejos turísticos, más de 10 senderos seguros, un centro poblado lleno de negocios gastronómicos.
También hay paseos en chiva, alquiler de cuadrones, paintball, ciclorrutas, cabalgatas...
En definitiva, fue un día que disfrutamos junto a mi hijo, comimos rico y compartimos buenos momentos. Él regresó feliz y lleno de historias, buenas historias que compartir con sus primos y amigos.
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